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domingo, 15 de abril de 2012

No es un cuento chino


08:51 am 15-Abr de 2012|Mireya Tabuas/María Alesia Sosa
El crecimiento del intercambio comercial entre Venezuela y China va más allá de una variedad de productos en el mercado. Empresas de ese país se han establecido en el territorio nacional, donde gerentes y profesionales chinos han comenzado a residenciarse con sus familias en urbanizaciones de clases media y alta, sobre todo del Municipio Chacao
En los Valles del Tuy, estado Miranda, se construye un enorme parque industrial para la fabricación de electrodomésticos chinos
En los Valles del Tuy, estado Miranda, se construye un enorme parque industrial para la fabricación de electrodomésticos chinos | Ernesto Morgado
Un Chinatown en la tierra caliente de San Francisco de Yare. Es lo que parece, pero no es. Basta pasar por la carretera entre Ocumare y San Francisco de Yare y detenerse ante el enorme arco azul de casi 8 metros de alto con caracteres chinos para que surja la interrogante. Su diseño, como el de las arcadas que hay en los barrios chinos de cualquier parte del mundo, destaca por ser la entrada a un terreno que se pierde de vista, lleno de máquinas de construcción y con su propia planta cementera también estampada con escritura asiática para que quede claro el made in.

El movimiento de tierra evidencia que lo que se hará allí es, sin duda, un proyecto ambicioso. Junto al arco, dos grandes letreros en mandarín (traducidos al inglés y al español) anuncian que quienes trabajan en la obra son dos grandes empresas chinas: la constructora Railway N° 9 Group y la empresa de electrodomésticos Haier. Un pequeño rótulo de la Corporación de Industrias Intermedias de Venezuela (Corpivensa) indica que allí se construye el Complejo Industrial para la Fabricación de Electrodomésticos, pero no señala el costo de la obra, aunque debiera hacerlo por ley.

El monto lo dijo el presidente Hugo Chávez ­quien públicamente ha alabado el régimen comunista chino y a Mao Tsetung­ en cadena nacional en noviembre de 2011, cuando el ministro Yuri Pimentel colocó la primera piedra del complejo: la obra que cubrirá en total 62 hectáreas en 2 etapas es financiada con el Fondo ChinoVenezolano, un acuerdo que consiste en el otorgamiento de préstamos a cambio de petróleo a futuro, lo que algunos expertos consideran desventajoso para el país.

China le ha prestado a Venezuela 32 millardos de dólares en los últimos 4 años. Y sólo en 2012, anunció el presidente Chávez, el flujo será de 20 millardos de dólares más. La cifra luce exorbitante si se compara con el comercio entre ambas naciones en 1998, el cual era de apenas 200 millones de dólares. El principal interés de los chinos está en la búsqueda de materias primas. En Venezuela, el petróleo y las empresas básicas son los mayores atractivos. En la actualidad, la nación exporta 400.000 barriles de petróleo diariamente al país asiático. La expansión mundial del poderío de la enorme nación se siente con fuerza en el país desde hace un par de años. Tanto, que hoteles como el Eurobuilding e instituciones bancarias como el Banco Occidental de Descuento han abierto oficinas especiales para atender a la comunidad asiática en Venezuela. No es cuento chino.

La Haier es la empresa que actualmente distribuye todos los electrodomésticos del programa Mi Casa Bien Equipada. La idea, una vez construido el complejo en Miranda, es que se fabriquen en el país 800.000 aparatos para el 
hogar al año. La constructora Railway, además de la infraestructura industrial de la Haier, es la responsable de 468 kilómetros de vías del tramo Tinaco-Anaco de la Red Ferroviaria Nacional, proyecto en el que se invertirán 7,5 millardos de dólares.

En enero del año pasado la empresa china Crec tuvo problemas con los sindicatos de trabajadores en esta zona, que la acusaban de no respetar la Ley del Trabajo local. Pero esto no las detiene. Gigantes consorcios chinos como Citic construyen 40.000 casas de interés social e invierten en tecnología agrícola y petrolera.

El boom de la nación asiática también incluye a la propia Embajada de China, que adquirió para su oficina comercial la quinta El Paso del Country Club, zona en la que se encuentran varias sedes diplomáticas.

En la Gaceta Oficial 39784 del 24 de octubre de 2011 se publicó la aprobación del Ministerio de Relaciones Exteriores para la compra de la residencia, que tiene 1.041 metros cuadrados de construcción en un terreno de 2.320 metros cuadrados.

Fuentes inmobiliarias aseguran que el monto de la negociación debe estar entre 40 millones y 48 millones de bolívares, de acuerdo con los precios de las viviendas en el área.

En un primer contacto telefónico, una funcionaria de la oficina comercial ­que ahora está ubicada en Prados del Este­ negó que mudarían el despacho.

En una segunda oportunidad, la misma persona confirmó la información de la Gaceta Oficial. "Es cierto que se hizo la compra de esa vivienda, pero todavía no nos mudaremos porque hay que hacerle reformas a la casa", expresó.

Desde 1999 hasta hoy, Venezuela y China han firmado 430 convenios bilaterales. Antes de eso, habían suscrito sólo 42 acuerdos en 24 años de relaciones diplomáticas.

Jefes sí, obreros no.
Un grupo de habitantes de San Francisco de Yare ­el pueblo más cercano a la construcción de Haier­ espera el 28 de marzo en la mañana por un empleo. Están ansiosos, ya varios de sus vecinos han sido contratados como mano de obra y actualmente se ocupan de las labores preliminares de la construcción. Se acerca hasta los obreros un hombre chino muy joven y bien parecido, con una braga roja que porta el logotipo de la Haier en la espalda. "Es el ingeniero", dicen. Nadie sabe su nombre, todos los chinos para ellos son simplemente "el ingeniero". Es él quien organiza las labores.

Habla en mandarín por su celular, mientras da la espalda a la periodista. "Ni los chinos ni nosotros estamos autorizados a declarar a la prensa", señala rápidamente una funcionaria de Corpivensa, que llama a su jefe en el Ministerio de Industrias Intermedias.

Los obreros cuentan que son alrededor de 15 ingenieros chinos los que dirigen los trabajos, todos jóvenes, la mayoría hombres. Ninguno habla español, pero tienen su traductor, también llegado de China. "Trabajan como 12 horas al día o más, en realidad están las 24 horas al servicio de la obra porque viven aquí adentro. Son hormiguitas", refiere un empleado.

La presencia de los chinos no causa, por ahora, alarma entre los obreros venezolanos.

"Mientras vengan ingenieros no importa, ellos son los que mandan, lo que no queremos es que traigan obreros chinos y nos quiten el trabajo", señala uno de los hombres de Yare que prefirió no decir su nombre. Él está en lista de espera para obtener empleo en la construcción y no ha recibido respuesta.

La presencia de mano de obra asiática no parece estar entre los planes. Distinta a la emigración de décadas anteriores, constituida principalmente por personas que venían a trabajar en restaurantes o comercios, la nueva ola de chinos que llega al país es de profesionales, empleados de transnacionales o emprendedores privados.

Algunos, incluso, viajan con su familia.

Evan Ellis, profesor de la Universidad Nacional de Defensa en Washington y experto en el desarrollo de las relaciones entre Latinoamérica y Asia, destaca que el fenómeno es en toda América Latina. "El crecimiento exorbitante del comercio bilateral ha llevado la relación a una interacción mas íntima, con una expansión significativa de la presencia física de empresas y ciudadanos chinos en América Latina. Esto ha despertado más interés de los chinos por el entorno en el cual operan, incluso en los aspectos políticos".

Ellis señala como una de las limitantes de la expansión de China en países latinoamericanos la desconfianza generalizada que infunden los chinos.

Aunque Venezuela es un país acostumbrado a recibir inmigrantes y no hay un marcado rechazo hacia los extranjeros, ese temor por los asiáticos está más acentuado por la polarización política.

Félix Arellano, profesor de Estudios Internacionales de la UCV, afirma que la llegada de esta nueva ola de chinos "es un plan del Gobierno del país asiático, que no es espontáneo pero sí muy inteligente, para su crecimiento económico". José Luis Saboín, director senior de Ecoanalítica, considera que China no es un enemigo, sino un aliado potencial para el desarrollo del país. Pero cree que la politización hace que la relación no sea percibida como indicativo de progreso y desarrollo. "No puede ser que la connotación que los venezolanos tengamos de una relación comercial con China sea política", dice. Sin embargo, este intercambio económico ­hasta ahora inauditable­ no está del todo claro para la población venezolana, lo que podría generar algo de suspicacia ante el nuevo socio.

Chinos de Chacao. Son casi las 6:00 pm. Oscurece. Miriam, la abuela de Victoria, le grita que se acabó la tarde para jugar. Ella no le hace caso y sigue corriendo por la plaza Los Palos Grandes. Corre detrás del monopatín que utiliza su amigo Shao.

Los dos niños se ríen y ninguno le hace caso a sus mayores. Victoria le habla en español y él sonríe. A Shao su papá también lo llama, pero en mandarín.

El colegio Schönthal, en el que estudian Victoria y Shao, queda muy cerca de la plaza donde juegan todas las tardes. Las maestras de allí reconocen que entre los alumnos extranjeros predominan los chinos. La directora de la escuela, Norma Rodríguez, niega que haya mayoría de niños de ese país. "Hay chinos, igual que árabes e italianos. La única razón de esto es que el colegio queda muy cerca de las embajadas".

A partir de las 12:00 del mediodía comienzan a llegar los padres a recoger a los niños del Schönthal. Casi todos se estacionan y se bajan de los carros para buscar a su hijos; los chinos, en cambio, llegan y se van a pie. Todos viven a dos o tres cuadras. En Los Palos Grandes, desde hace dos años, es cotidiana una imagen: madres y padres chinos, siempre vestidos a la moda, llevando a sus hijos a los preescolares y colegios de la zona, que es lo más parecido a un barrio asiático que hay en Caracas.

El papá de Shao es uno de ellos. Sale con su hijo de 4 años cargado. Todo el tiempo sonríe, no tiene nada más que decir porque no puede expresarse.

Las maestras indican que muchos de los representantes no hablan ni español ni inglés.

"Algunas familias tienen un traductor que los ayuda a enviarnos notas o mensajes respecto a los hijos y sus tareas", cuenta una ellas en la puerta de la institución.

La creciente presencia de chinos tiene una respuesta lógica: su país es el segundo socio comercial de Venezuela. Los profesionales de la nación asiática viven, sobre todo, en zonas residenciales del municipio Chacao, cerca de sus trabajos.

Huawei es una de las empresas con oficinas en el área. Es una de las 3 primeras compañías de telecomunicaciones en el mundo. En Venezuela tiene cerca de 1.400 trabajadores, de los cuales 400 son chinos.

"Vienen bajo las leyes laborales de su país. Por eso la empresa transnacional debe asegurarles tres comidas al día, por ejemplo", dice un empleado de Huawei, cuyas oficinas están en la torre anexa al hotel Caracas Palace y el comedor está en el local del antiguo restaurante japonés Sakura ­pionero en Caracas­, en la Primera Avenida de Los Palos Grandes.

Eleonora Olivo, corredora inmobiliaria, ha notado un incremento significativo de clientes chinos en los últimos 2 años.

"En Caracas, las zonas que más buscan son Los Palos Grandes, Altamira, Santa Eduvigis y Sebucán, porque es lo que está más cerca de sus lugares de trabajo y no les gusta trasladarse en carro", señala. Olivo cuenta que buscan apartamentos de aproximadamente 120 metros cuadrados y amoblados, para alquilar entre 2 y 3 años. La mayoría no compra.

Belleza y violencia. Zhao Yue es una excepción. Llegó hace 2 meses a Venezuela y quiere quedarse. Vive alquilado en Los Palos Grandes con otros chinos, pero ya quiere comprar vivienda. Tiene 40 años de edad, vino solo, no está casado ni tiene hijos. Habla inglés y mandarín.

Cuando en su trabajo le dijeron que lo trasladarían a Venezuela, investigó en Internet para comprobar lo que ya había oído entre sus conocidos: es una de las naciones más peligrosas del mundo. También encontró que era el país de las mujeres más bellas. Y lo segundo, dice, ya ha podido confirmarlo. "Para mí fue una aventura venir a descubrir cómo la belleza cabe en medio de tanta violencia", expresa.

La inseguridad es justo el tema del que más se habla en la casa de Zhao. A él y a sus compañeros les aterra y les asombra. Las noticias de sucesos les llegan de boca en boca, dice, porque no leen los periódicos ni ven televisión local.

Así como viene ocurriendo con los comerciantes chinos de Catia (Caracas), Valencia y Maracay, los profesionales han sido víctimas de la inseguridad.

Uno de los casos más recientes le ocurrió precisamente al grupo de ingenieros que labora en la Haier de Yare. Cuando llegaron al país, ocho profesionales asiáticos se mudaron a una casa alquilada de la urbanización El Ave María (aproximadamente a un kilómetro de la obra).

Pero el 14 de marzo fueron víctimas de un robo: un grupo de delincuentes los sorprendió a la entrada de la vivienda, les quitaron laptops, cámaras fotográficas, dólares, yuanes ­moneda china­ y hasta sus pasaportes.

El caso de estos ingenieros causó alarma y fue reseñado por varios días en la prensa regional. El diario La Voz refiere que la Embajada de China exigió seguridad para los profesionales de su país. Desde entonces, este personal calificado vive en una pequeña edificación en el mismo terreno donde se construirá la fábrica.

En la plaza de los Palos Grandes, alejados de la desconfianza y los temores, y pasando por alto las barreras del idioma, Victoria y Shao siguen jugando en las tardes.

Mucho más que un Chop Suey

Tiene clarísimas tres palabras en español: "Cortar, secar, tinte". Lo demás, lo confunde y tiene que apelar a un traductor electrónico para entender lo que su interlocutor ­si es venezolano­ quiere decirle. Fengtian Fu no vino contratado por ninguna transnacional, como la mayoría de los recientes inmigrantes. Está en el país desde hace tres años y montó una peluquería en la calle Urdaneta de Chacao, que se distingue de las muchas otras por los caracteres en su idioma natal. Fengtian Fu forma parte de la nueva ola de chinos en el país, que también se evidencia en los productos.

Nueva mercancía. ¿Y esa caje- tilla negra que tiene la cabeza de guerrero con un casco? Es de fabricación china. ¿Y esa otra, la azul que tiene dos elefantes que sostienen un globo terráqueo? También lo es. Los buhoneros de Sabana Grande y del centro han incorporado a su oferta de cigarrillos nuevas marcas como Marshal y Win ­incluso hay una de sabor mentolado­, todas provenientes del país asiático, que produce 40% de la cosecha mundial de tabaco. ¿Las compran venezolanos? "Claro", dice una vendedora informal. "Cuestan 8 bolívares", menos de la tercera parte de una cajetilla de cigarrillos hecha en Venezuela.

Las cajetillas tienen la advertencia de "Fumar es dañino para la salud", pero no el texto completo que están obligados a escribir por ley, ni las imágenes alusivas que el Ministerio de Salud le exige colocar a las compañías tabacaleras del país. Tampoco tienen el registro del pago del impuesto al Ministerio de Finanzas, que deben poner las marcas nacionales. En países como México ha sido muy cuestionada la comercialización de cigarros chinos sin control. Aquí no ha habido declaraciones, como tampoco hay en el caso de los alimentos.

La lata es roja y tiene la cara de un niño que sonríe. Todo el texto está en chino, sólo hay dos palabras en inglés: Milk drink . Junto a ella ­en un estante de una tienda de Chacao­ hay otra lata de té con leche y una bebida hecha a base de gelatina, tres de los productos alimenticios chinos que se venden sin la etiqueta de registro sanitario al que obliga el Ministerio de Salud. Ni siquiera el nombre de los ingredientes está en español.

Eurobuilding: Alojamiento para asiáticos
Las empresas venezolanas empiezan a pensar en satisfacer las necesidades de la población asiática. Desde hace cinco meses, el hotel Eurobuilding abrió una coordinación en el departamento de ventas dirigida especialmente a la comunidad asiática. Su coordinadora, Yui Cheng, asegura que la mayoría de los clientes son representantes de empresas chinas que hacen negocios en Venezuela. "Hemos visto en este mercado una gran oportunidad para nuestro crecimiento", dice Yui Cheng con marcado acento.

El Banco Occidental de Descuento abrió en marzo de 2011 una unidad de atención especial para la comunidad china residente en el país, que es atendida por ejecutivos que hablan el idioma.

La comunidad china tiene sus propios medios de comunicación.

N&G Magazine es una revista que se comenzó a publicar en 2007 y tiene un tiraje de 8.000 ejemplares al mes. Los textos están escritos en mandarín y español. Jenny Yu, editora de la publicación, dijo que hasta hace unos meses sólo la vendían en clubes de la comunidad, pero ahora están en muchos puntos de cada ciudad. Hay además dos periódicos completamente escritos en mandarín y editados en Venezuela: Noticiero Internacional Chino y el periódico de la editorial Panda.

Tomás Cheng, un profesor chino que da clases particulares de mandarín en Caracas desde hace 14 años, ha empezado a notar el interés por su lengua natal. Se anuncia en la web Mercado Libre y cada vez recibe más solicitudes de venezolanos interesados en el idioma. Actualmente, ninguno de sus alumnos es hijo de chinos.

"La mayoría de mis estudiantes ­muchos de ellos, ingenieros­ lo aprenden porque hacen negocios con mi país o porque van a comprar mercancía. Es el futuro. Ellos lo saben"

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